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La teoría de la construcción social del género es absolutamente dominante: indica que niño y niña nacen como una página en blanco y que las diferencias son puramente fruto de las presiones de su entorno. Eso es absurdo, una tontería, como lo sabe cualquiera que haya pasado por la pubertad. Esta negativa a siquiera debatir la posibilidad de la influencia de la naturaleza y la biología humanas muestra cómo hoy, en el sistema universitario norteamericano, proponer una visión distinta de la predominante equivale a pedir que lo quemen a uno en la hoguera.

¿No le gustan las feministas?
Hubo un momento en el que el feminismo y yo estábamos de acuerdo. ¡Pero era en 1960 y yo tenía 13 años! Es una posición inmadura. ¡Vamos, chicas, ya pasaron cuarenta años! ¿Cómo puede ser que la sigan sosteniendo ahora? El feminismo tiene unos 200 años, contando desde que Mary Wollestonecraft escribió su manifiesto. Ha tenido varias fases. Podemos criticar la fase presente sin criticar necesariamente el feminismo. Lo que yo quiero hacer, justamente, es salvar al feminismo de las feministas. Hoy, para las feministas, el papel excluyente es el de víctima. La belleza, por ejemplo, es para Naomi Wolf una conspiración de los hombres heterosexuales para evitar que las mujeres avancen, y todo ese tipo de tonterías. También creo que la política feminista es de una ingenuidad total, que esto de echarles la culpa de todos los males del universo a los hombres blancos imperialistas es bastante elemental. No hay humor, todo son sermones, y en el feminismo académico o intelectual lo que se ve es una actitud absolutamente dictatorial.

Camille Paglia, entrevistada por Juana Libedinsky, La Nación, 08-06-2005