Todo el absurdo neoliberal comenzó en la década de los
ochenta. Su ímpetu político siempre consistió en destruir todas las
instituciones sociales bien establecidas, más allá de que la reunificación de
1990 disfrazó momentáneamente esta tendencia. La polis, el espacio público, lo
común, los términos sensuales como el “Estado mínimo” –todos fueron
sinónimos del deseo esencial de los neoliberales de destruir la sociedad
política. Lo mismo en Estados Unidos. En este contexto, la charla comenzó a derivar
en el tema de la flexibilización: el discurso dominante se volvió contra
aquellos incapaces de moverse, aquellos que buscaban un hogar permanente. Por aquel
entonces, leía novelas de Georges Simenon: todas trataban sobre individuos
que querían ser modernos pero fracasaban en el intento, ya que Simenon, como Antón
Chéjov antes que él, cree que las personas no están lo suficientemente preparadas
para la vida moderna y siempre arrastran restos arcaicos de otra vida. Son
éstas las personas que están siendo expulsadas de las sociedades, o que se
ponen en movimiento sin saber a dónde ir o a dónde se supone que esto debe
llevar. En consecuencia, terminan en espacios de transición, zonas de tránsito,
donde la nada asoma por un lado y la imposibilidad de volver a lo que existía
en el pasado aparece por el otro. Estos espacios son los que me interesan.
Christian Petzold, entrevistado por Marco Abel en "'The Cinema of Identification Gets on My Nerves': An Interview with Christian Petzold", Cineaste 33.3, 2008
Traducción propia