# 259

Todo el absurdo neoliberal comenzó en la década de los ochenta. Su ímpetu político siempre consistió en destruir todas las instituciones sociales bien establecidas, más allá de que la reunificación de 1990 disfrazó momentáneamente esta tendencia. La polis, el espacio público, lo común, los términos sensuales como el “Estado mínimo” –todos fueron sinónimos del deseo esencial de los neoliberales de destruir la sociedad política. Lo mismo en Estados Unidos. En este contexto, la charla comenzó a derivar en el tema de la flexibilización: el discurso dominante se volvió contra aquellos incapaces de moverse, aquellos que buscaban un hogar permanente. Por aquel entonces, leía novelas de Georges Simenon: todas trataban sobre individuos que querían ser modernos pero fracasaban en el intento, ya que Simenon, como Antón Chéjov antes que él, cree que las personas no están lo suficientemente preparadas para la vida moderna y siempre arrastran restos arcaicos de otra vida. Son éstas las personas que están siendo expulsadas de las sociedades, o que se ponen en movimiento sin saber a dónde ir o a dónde se supone que esto debe llevar. En consecuencia, terminan en espacios de transición, zonas de tránsito, donde la nada asoma por un lado y la imposibilidad de volver a lo que existía en el pasado aparece por el otro. Estos espacios son los que me interesan.

Christian Petzold, entrevistado por Marco Abel en "'The Cinema of Identification Gets on My Nerves': An Interview with Christian Petzold", Cineaste 33.3, 2008
Traducción propia