# 159

Años después reconocería a mi policía de entonces en la descripción que hacía Pasolini en su memorable invectiva contra los estudiantes (policías proletarios contra pijos de izquierda). Así era la policía de entonces. En realidad, como los soldados estadounidenses que hoy luchan en Irak. Gente pobre que, para huir de la miseria, se alista en el ejército y hace lo que tiene que hacer porque no sabe hacer otra cosa. (...)
Actualmente puedo ver todas las noches un telefilme sobre los agentes del orden... y sigo con inmenso placer todas las series de carabinieri, equipos de policías, subtenientes, comisarios, inspectores, que es lo que hay y no mucho más; y debo decir que en conjunto las series son buenas (...) Policías, carabinieri e inspectores fiscales son ahora simpáticos, amables, humanos, obsesionados por conmovedores problemas familiares, a veces incluso gays; en resumen, para el imaginario italiano son personajes positivos (...)
¿Qué significan estas series sobre las fuerzas del orden? ¿Nacen de un perverso proyecto de los servicios desviados que, a través del gobierno de derechas, quieren dar publicidad a las virtudes de los enemigos del pueblo? De ningún modo. Nacen sobre todo porque con el tiempo en las fuerzas del orden no ingresan solamente los desesperados del sur más profundo, porque el entrenamiento se ha vuelto más riguroso, los uniformes más elegantes y, en definitiva, porque policías y carabinieri son más instruidos, leen los periódicos, tienen opiniones políticas propias. Y ha cambiado sobre todo la función social de las fuerzas de policía: a los alumnos ya no se les enseña que hay que pegar a los comunistas, sino cómo proteger a los ciudadanos (y, teniendo en cuenta que muchos obreros votan al centroderecha, lo cierto es que ya quedan pocos a los que pegar).
Pero sobre todo ha cambiado el clima porque, en la década de 1970, los partidos de izquierda se pusieron explícitamente del lado del Estado y dejaron de criminalizar a las fuerzas del orden. Y ahora, ironías de la historia, es el centroderecha el que criminaliza a los jueces (...)

Umberto Eco (2002), "La revuelta contra la ley" en A paso de cangrejo, México, Debate, 2007, pp. 200-201