Terry Eagleton (1994), "La ideología y sus vicisitudes en el marxismo occidental" en Slavoj Zizek (comp.), Ideología. Un mapa de la cuestión, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2003, pp. 213-214
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burguesía,
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posmodernismo,
Terry Eagleton
El concepto de ideología, puede decirse, surgió en el momento histórico en el que los sistemas de ideas tomaron conciencia de su propia parcialidad y esto a su vez ocurrió cuando esas ideas fueron obligadas a enfrentarse a formas de discursos extrañas o alternativos. Fue sobre todo con el surgimiento de la sociedad burguesa que esto se hizo posible. Porque una característica de esta sociedad es, como advirtió Marx, que todo en ella, incluidas sus formas de conciencia, se encuentra en un estado de continuo fluir, a diferencia de órdenes sociales más tradicionales. El capitalismo sobrevive sólo gracias a un incesante desarrollo de las fuerzas productivas, y en esta agitada condición social, las nuevas ideas chocan entre sí tan vertiginosamente como lo hacen las modas y las mercancías. La autoridad establecida de cualquier visión única del mundo se encuentra así socavada por la propia naturaleza del capitalismo. Además, un orden social de este tipo alimenta la pluralidad y la fragmentación del mismo modo que genera privación social, transgrede límites considerados como sagrados entre distintas formas de vida, y las funde en una mêlée de jergas, orígenes étnicos, estilos de vida y culturas nacionales. Esto es exactamente a lo que el crítico soviético Mijaíl Bajtín se refiere con "polifonía". Dentro de este espacio atomizado, caracterizado por una proliferación de la división del trabajo intelectual, una gran variedad de credos, doctrinas y modos de percepción se disputan la autoridad; y este pensamiento debería hacer reflexionar a los teóricos posmodernos que consideran la diferencia, la pluralidad y la heterogeneidad como inequívocamente "progresistas". En este tumulto de credos en competencia, cualquier sistema de creencias particular puede encontrarse arrojado en un montón estrecho y desordenado con competidores no deseados, de modo que las fronteras entre ellos se verán fuertemente señaladas. La escena está lista para la aparición de un relativismo y un escépticismo filosóficos (por la convicción de que, en medio del bullicio impropio del mercado intelectual, ninguna forma de pensamiento puede declararse más válida que otra). Si todo pensamiento es parcial y partidario, entonces todo pensamiento es "ideológico".