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Ahora, el palacio aparecía rodeado de ametralladoras, ocultas tras sacos de arena. En la explanada había baterías antiaéreas. Hombres uniformados aparecían por doquier. En el interior del palacio, los soldados dormían por los pasillos entre montones de armas. El desorden generalizado era la nota dominante del lugar.
Todas las guerras provocan un terrible desorden y no hacen sino malgastar vidas y cosas. La humanidad lleva miles de años de guerras y, sin embargo, parece que cada vez se empieza desde el principio, como si se tratase de la primera guerra en la historia.

Ryszard Kapuściński (1969), "La guerra del fútbol", en La guerra del fútbol y otros reportajes, Buenos Aires, Anagrama, 2011, pp. 80-81