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El nuevo sentido común penal se articula en torno del incremento de la represión de los delitos menores y las simples infracciones, el agravamiento de las penas, la erosión de la especificidad del tratamiento de la delincuencia juvenil, el apuntar a poblaciones y territorios considerados "de riesgo" y la desregulacion de la administración penitenciaria. Todo en perfecta armonía con el sentido común neoliberal en materia económica y social, al que completa y consolida evacuando toda consideración de orden público y cívico para extender el modo de razonamiento economicista, el imperativo de la responsabilidad individual -cuyo reverso es la irresponsabilidad colectiva- y el dogma de la eficacia del mercado al terreno del crimen y el castigo.

Loïc Wacquant, "Ese viento punitivo que sopla desde Estados Unidos", en Le Monde Diplomatique, Ed. Cono Sur, N° 1, Julio 1999, p. 24