La preocupación por el vínculo entre coraje e Idea ha perdido en nuestros días, sin duda, mucho de su vigor. En lo fundamental, para el siglo acabado, uno es cobarde cuando se queda donde está. El conservadurismo securitario es el único contenido de la cobardía corriente. Eso es exactamente lo que dice Álvaro de Campos: el obstáculo al devenir extático del "nosotros" furioso es la vida "pacífica" o "asentada". Ahora bien, lo que se glorifica en nuestros días es precisamente esa vida. Nada merece que nos apartemos de la cobardía corriente, y menos aún la Idea o el "nosotros", sobre los cuales nos apresuramos a declarar que no son sino "fantasmas totalitarios". Entonces, ocupémonos de nuestros asuntos y divirtámonos. Como decía Voltaire, uno de los más notables pensadores de la mediocridad humanitaria y venenoso enemigo de Rosseau, el hombre del valor: "Debemos cultivar nuestro jardín".
Alain Badiou (2000), El siglo, Buenos Aires, Manantial, 2005, pp. 159-160