Slavoj Žižek (1994), "El espectro de la ideología" en Ideología. Un mapa de la cuestión, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2003, pp. 13-15
# 70
Categorías:
ideología,
imperialismo,
Occidente,
posmodernismo,
Slavoj Zizek
El concepto de ideología debe ser desvinculado de la problemática “representacionalista”: la ideología no tiene nada que ver con la “ilusión”, con una representación errónea, distorsionada, de su contenido social. Para decirlo brevemente: un punto de vista político puede ser bastante exacto (“verdadero”) en cuanto a su contenido objetivo, y sin embargo, completamente ideológico. (...) Una ideología, entonces, no es necesariamente “falsa”: en cuanto a su contenido positivo, puede ser “cierta”, bastante precisa, puesto que lo que realmente importa no es el contenido afirmado como tal, sino el modo como este contenido se relaciona con la posición subjetiva supuesta por su propio sujeto de enunciación. Estamos dentro del espacio ideológico en sentido estricto desde el momento en que este contenido –“verdadero” o “falso” (si es verdadero, mucho mejor para el efecto ideológico) es funcional respecto de alguna relación de dominación social (“poder”, “explotación”) de un modo no transparente: la lógica misma de la legitimación de la relación de dominación debe permanecer oculta para ser efectiva. En otras palabras, el punto de partida de la crítica de la ideología debe ser el reconocimiento pleno del hecho de que es muy fácil mentir con el ropaje de la verdad. Cuando, por ejemplo, una potencia occidental interviene en un país del Tercer Mundo porque se conocen en éste violaciones de los derechos humanos, puede ser "cierto" que en ese país no se respetaron los derechos humanos más elementales y que la intervención occidental puede ser eficaz en mejorar la situación de los derechos humanos y, sin embargo, esa legitimación sigue siendo "ideológica" en la medida en que no menciona los verdaderos motivos de la intervención (intereses económicos, etc). La forma más notable de "mentir con el ropaje de la verdad" hoy es el cinismo: con una franqueza cautivadora, uno "admite todo" sin que este pleno reconocimiento de nuestros intereses de poder nos impida en absoluto continuiar detrás de esos intereses. La fórmula del cinismo ya no es la marxiana clásica "ellos no lo saben, pero lo están haciendo"; es, en cambio, "ellos saben muy bien lo que están haciendo, y lo hacen de todos modos".