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La ideología es un ámbito de contención y negociación, donde hay una circulación continua: los significados y valores son robados, transformados, apropiados a través de las fronteras entre distintos grupos y clases, abandonados, reapropiados y reelaborados. Una clase dominante puede "vivir su experiencia" en parte a través de la ideología de una clase dominante anterior: pensemos en el tono aristocrático de la haute bourgeoisie (alta burguesía) inglesa. O bien puede modelar parcialmente su ideología a partir de los términos y creencias de la clase subordinada, como fue el caso del fascismo, donde un sector dominante del capitalismo financiero adoptó, en beneficio propio, los prejuicios y miedos de la clase media baja. (...)
Mientras que en sus comienzos Marx y Engels pensaban que la ideología era un pensamiento falso con respecto a una situación real, para Lukács se trata de un pensamiento cierto con respecto a una situación falsa. Las ideas burguesas ciertamente reflejan con precisión el estado de cosas en la sociedad burguesa, pero es precisamente este estado de las cosas el que de algún modo ha sido tergiversado. Esa conciencia es fiel a la naturaleza reificada del orden social capitalista, y a menudo produce enunciados verdaderos sobre su condición; es "falsa" en tanto no puede penetrar en este mundo de apariencias congeladas para develar la totalidad de las tendencias y conexiones que lo subyacen. (...) La ideología burguesa es falsa menos por su distorsión, inversión o negación del mundo material, que por su incapacidad de ir más allá de ciertos límites que son estructurales de la sociedad burguesa como tal.

Terry Eagleton (1994), La ideología y sus vicisitudes en el marxismo occidental en Slavoj Zizek (comp.), Ideología. Un mapa de la cuestión, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2003, pp. 208-211