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Muy pronto llegamos al tema de las ciencias naturales, y Marx arremetió contra la reacción que imperaba en Europa, a la que acusó de imaginarse haber ahogado la revolución, sin sospechar que las ciencias naturales estaban preparando una nueva revolución. Dijo que el rey "Vapor", que en el siglo pasado había revolucionado al mundo, había llegado ya al término de su reinado, para ser sustituido por un revolucionario incomparablemente mayor: la chispa eléctrica. Y entonces, en pleno entusiasmo, Marx me contó que desde hacía algunos días estaba expuesto en Regent's Street el modelo de una máquina eléctrica que impulsaba un convoy de ferrocarril: "Ahora ha quedado solucionado el problema. Las consecuencias son imprevisibles. A la revolución económica le ha de seguir necesariamente la revolución política, pues aquélla sólo es manifestación de ésta." En la forma como Marx comentó ese proceso de la ciencia y de la mecánica, salió a relucir con tanta claridad su ideología y ante todo lo que luego se vino a calificar como la concepción materialista de la historia, que ciertas dudas que yo tenía hasta entonces, desaparecieron con tanta rapidez como la nieve se derrite ante el sol primaveral. Aquella noche ya no regresé a casa; estuvimos charlando, riendo y bebiendo hasta bien entrada la mañana, y el sol ya lucía en lo alto del cielo cuando me acosté.

Wilhelm Liebknecht (1895/96) citado en Hans Magnus Enzensberger, Conversaciones con Marx y Engels, Barcelona, Anagrama, 2009, p. 127