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En el caso de las víctimas, el retrato es muy difícil porque nos generan muchas reacciones de piedad, misericordia y pena. Lo peor, creo, es que inconscientemente sentimos que son inferiores a nosotros. Las menospreciamos. Y, tal vez para compensar esa horrible sensación, las llenamos de virtudes. (...) Supongamos que debemos contar la historia de una mujer violada. Ella me da mucha pena, pero eso no la hace buena. ¿O qué ocurriría si esa mujer violada es una persona difícil, moralmente compleja y cuestionable? ¿Entonces ya deja de ser una víctima, sólo porque no puedo mostrarla como alguien virtuoso?

Jon Lee Anderson, entrevistado por Leonardo Tarifeño en Guyazi [blog], 29-12-2012