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La tragedia de quienes hacemos películas, a diferencia de los productores teatrales, es que la obra de teatro debuta en Bedford, Massachusetts, y recién ahí va a Pittsburgh. Si apesta, la enterrás. Examinando los créditos de Moss Hart o George Kaufman, se ve que nadie rescata aquella obra que fracasó en las provincias y a la que enterraron después de cuatro funciones. Con una película eso no funciona: no importa qué tan estúpida o mala, van a tratar de exprimirle cada centavo. ¡Volvés a casa a la noche, prendés la TV y de repente aparece en la pantalla, en el prime time, esa obra horrible, esa cosa! No enterramos a nuestros muertos; los mantenemos entre nosotros, malolientes.

Billy Wilder, entrevistado por James Linville en The Paris Review, No. 138, 1996
Traducción propia