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Lo que se llama gusto es precisamente la capacidad de hacer diferencias entre lo salado y lo dulce, lo moderno y lo antiguo, lo romántico y lo gótico, o entre diferentes pintores, o entre diferentes maneras de un mismo pintor, y, en segunda instancia, de probar y enunciar preferencias. Y el defecto, la ausencia, la privación de categorías de percepción y de principios de diferenciación conduce a una indiferencia mucho más profunda, más radical que la simple falta de interés del esteta hastiado. Decir, a propósito de la gente del pueblo, que no quiere el arte moderno, es bastante tonto. De hecho, eso no le concierne. ¿Por qué? Porque no se ha hecho nada para desarrollar en ella la libido artística, el amor al arte, la necesidad de arte, que es una construcción social, un producto de la educación.

Pierre Bourdieu, en "Cuestiones sobre el arte a partir de una escuela de arte cuestionada" en El sentido social del gusto, Buenos Aires, Siglo XXI, 2012, p. 32