# 233

[L]os agentes sólo pueden dominar adecuadamente el modus operandi que les permite engendrar unas prácticas rituales correctamente formadas, si lo hacen funcionar prácticamente, en situación, y por referencia a funciones prácticas. El que posee un dominio práctico, un arte, cualquiera que sea, es capaz de poner en marcha, en el paso al acto, esta disposición que sólo se aparece en acto, en la relación con una saturación (el sabrá rehacer, tantas veces como la situación lo pida, la finta que se le impone como la única cosa por hacer); no está mejor situado para recibir y llevar al orden del discurso lo que regula realmente su práctica que el observador, que tiene sobre él la ventaja de poder aprehender la acción desde fuera, como un objeto, y sobre todo, de poder totalizar las realizaciones sucesivas del habitus (sin tener necesariamente el dominio práctico que está en el principio de estas realizaciones y la teoría adecuada de este dominio). Y todo lleva a creer que, tan pronto reflexiona sobre su práctica, situándose así en una postura cuasi-teórica, el agente pierde toda posibilidad de expresar la verdad de su práctica y, sobre todo, la verdad de la relación práctica con la práctica: la interrogación teórica le inclina a tomar sobre su propia práctica un punto de vista que ya no es el de la acción sin ser tampoco el de la ciencia.

Pierre Bourdieu, (1991) en El sentido práctico, Madrid, Taurus Humanidades, 1993, p. 152