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En los relatos que publica el periódico, todo hecho o proceso noticiable es narrado o interpretado en función, primordialmente, de las partes que en él intervienen. Y para perfilar a las partes se destaca, por encima de los colectivos, a los gobernantes y a los líderes. (...)
Hecha en ese sentido reduccionista, la personalización de los conflictos espeja una cultura política, la del individualismo liberal, ahora también en auge aquende el Atlántico. Llevado este individualismo liberal a sus últimas consecuencias (...), fácil es desembocar en la construcción de los relatos y la interpretación explícita de la realidad que tantas veces se comunica con ellos en una suerte de "individualismo metodológico" (...): un intento de estudiar a la sociedad y a los hechos sociales haciendo la menor referencia posible a las instituciones y a los conjuntos sociales y explorando en cambio las acciones y las intenciones de las personas individuales de mayor destaque, es decir, aquellos individuos que mejor encarnan los valores exaltados por el sistema, y aquellos otros que personifican la mayor amenaza a este sistema. Al aplicar este método, el periódico refleja, reproduce y refuerza esta visión típica de la filosofía burguesa.

Héctor Borrat, El periódico, actor político, Barcelona, Gustavo Gili, 1989, pp. 124-126