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Ha muerto el "tiempo dialéctico", el tiempo diferido, el temps différé de la logística del movimiento. En esta temporalidad predominante hasta hace poco, aún era posible la representación. En esa re-presentación, en las fotografías, en el cine, una cosa del pasado se presenta en el presente. (...) Hoy, sin embargo, con la omnipresencia del objeto como señal, no hay diferimiento. Unicamente hay tiempo real. No hay necesidad de re-presentar. Hay, en cambio, televisión, "telepresencia", es decir, "presencia a distancia". (...) Hoy, el objeto pierde no sólo sustancia sino también materialidad. (...) Con la nueva hegemonía del tiempo no diferido sino real, el objeto se reduce al mero estatus de información. Pasamos de una era "gráfica" original, a través de una era "cinematográfica" y "fotográfica" a una era "infográfica" contemporánea. (...) Se trata de una era del más puro utilitarismo. Y la información pretérita es inútil y tiene poco valor mercantil. ¿Quién quiere los diarios de ayer? En el tiempo real de la inercia polar de Virilio, la cultura queda reducida a la información. Es el triunfo final de la utilidad.

Scott Lash, Crítica de la información, Buenos Aires, Amorrortu, 2005, pp. 110-111