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Considérese la cuadrilla de señoras y señoritas que en su entusiasmo amoroso asedian al cantante o al pianista después de su función. Lo más natural sería que se tuvieran celos recíprocos, pero en vista de su número y de la imposibilidad, que este determina, de alcanzar la meta de su enamoramiento, renuncian a ello y en vez de andar a la greña actúan como una masa unitaria, rinden homenaje al festejado en acciones comunes y acaso las embelesaría compartir un rizo de su cabellera. Rivales al comienzo, han podido identificarse entre sí por su parejo amor hacia el mismo objeto. Cuando una situación pulsional es susceptible de diversos desenlaces (como es habitual que ocurra), no ha de sorprendernos que se produzca aquel con el cual se asocia la posibilidad de una cierta satisfacción, al tiempo que se pospone otro, que sería más natural en sí mismo, porque las circunstancias reales le deniegan el logro de esa meta.

Sigmund Freud (1921), "Psicología de las masas y análisis del yo" en Obras Completas, tomo XVIII, Buenos Aires, Amorrortu, 1975, p. 114