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Y si el sufragio universal no hubiera dado otro beneficio que permitir contar cada tres años nuestras fuerzas, que acrecentar -por el ascenso regularmente comprobado de la rapidez inesperada del número de votos- la certeza de la victoria en los obreros, en la misma medida que el espanto en los enemigos, y de convertirse en nuestro mejor medio de propaganda; si sólo hubiera servido para informarnos exactamente sobre nuestra propia fuerza, así como sobre la de los partidos adversos, para dar así a nuestra acción un criterio superior a cualquier otro, preservándonos tanto de la pusilanimidad inoportuna, si esto fuera el único beneficio que hemos sacado del derecho de sufragio, ya sería mucho más que suficiente. Pero ha dado mucho más. En la agitación electoral nos ha dado un medio incomparable para ponernos en contacto con las masas populares, por muy lejos que estén de nosotros; para obligar a todos los partidos a defender delante de todo el pueblo sus opiniones y sus acciones frente a nuestros ataques; y, además, ha abierto, a nuestros representantes en el Reichstag, una tribuna desde lo alto de la cual pueden hablar a sus adversarios en el Parlamento así como a las masas de afuera, con una autoridad muy diferente y con una libertad muy distinta que en la prensa y en las reuniones.

Friedrich Engels (1895), "Introducción" en Karl Marx, Las luchas de clases en Francia, Buenos Aires, Claridad, 2008, p. 21