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El Estado no tiene fin en sí mismo sino que es el más perfecto medio de organización, desorganización y reorganización de relaciones sociales. Según en qué manos se encuentre, puede ser la palanca para una revolución profunda o el instrumento de una paralización organizada.

León Trotsky (1907), Resultados y perspectivas: las fuerzas motrices de la revolución, Buenos Aires, Ediciones Cepe, 1972, p. 39