La idea de contenido es hoy sobre todo un obstáculo, un fastidio, un sutil, o no tan sutil, filisteísmo. (...) Y es que abusar de la idea de contenido comporta un proyecto, perenne, nunca consumado, de interpretación. (...) La interpretación presupone una discrepancia entre el significado evidente del texto y las exigencias de (posteriores) lectores. Pretende resolver esa discrepancia. (...) La interpretación es entonces una estrategia radical para conservar un texto antiguo, demasiado precioso para repudiarlo, mediante su refundición. El intérprete, sin llegar a suprimir o reescribir el texto, lo altera. Pero no puede admitir que es eso lo que hace. Pretende no hacer otra cosa que tornarlo inteligible, descubriéndonos su verdadero significado. (...)
En nuestra época, sin embargo, la interpretación es (...) un desprecio declarado por las apariencias. El antiguo estilo de interpretación era insistente, pero respetuoso; sobre el significado literal erigía otro significado. El moderno estilo de interpretación excava y, en la medida que excava, destruye; escarba hasta "más allá del texto" para descubrir un subtexto que resulte verdadero. (...) En una cultura cuyo ya clásico dilema es la hipertrofia del intelecto a expensas de la energía y la capacidad sensorial, la interpretación es la venganza que se toma el intelecto sobre el arte. (...) Interpretar es empobrecer, reducir el mundo, para instaurar un mundo sombrío de significados. Es convertir el mundo en este mundo (¡"este mundo"! Como si hubiera otro).
Susan Sontag (1964), "Contra la interpretación" en Contra la interpretación y otros ensayos, Buenos Aires, Debolsillo, 2008, pp. 14-19