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Después del primer gran éxito, era regla que la minoría victoriosa se escindiese en dos: una de las mitades estaba contenta con el resultado obtenido; la otra quería ir más lejos aún, formulaba nuevas reivindicaciones que parcialmente, al menos, eran de interés real o supuesto de la gran masa popular. En ciertos casos imponían, a veces, estas reivindicaciones más radicales, pero, con frecuencia, sólo un instante; el partido más moderado retomaba la supremacía y las últimas adquisiciones se perdían de nuevo, total o parcialmente; entonces los vencidos clamaban traición o atribuían la derrota al azar. Pero en realidad el hecho casi siempre era así: las conquistas de la primera victoria no eran aseguradas sino por la segunda victoria del partido más radical; una vez adquirido esto, es decir, lo que momentáneamente era necesario, de nuevo aparecían los elementos radicales del teatro de operaciones y también sus éxitos.

Friedrich Engels (1895), "Introducción" en Karl Marx, Las luchas de clases en Francia, Buenos Aires, Claridad, 2008, p. 14