Román Gubern (1987), La mirada opulenta. Exploración de la iconosfera contemporánea, Gustavo Gili, Barcelona, 1992, p. 354
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Categorías:
capitalismo,
medios de comunicación,
publicidad,
Román Gubern
La televisión se desarrolló desde vísperas de la Segunda Guerra Mundial en una sociedad capitalista, la de Estados Unidos de América, en forma de actividad privada y comercial financiada por la publicidad, y como intersección o superación audiovisual del negocio cinematográfico y del negocio radiofónico, dos negocios ya consolidados en el país, basados ampliamente y por razones de lucro en el entretenimiento y en la diversión más que en la voluntad pedagógica, cultural o de utilidad pública. La financiación de las emisiones por las agencias de publicidad, que aspiran a obtener muy amplias audiencias para sus mensajes, condujo inevitablemente a un modelo basado en el triunfo del sensacionalismo espectacular, en el escapismo euforizante y en la ley del mínimo esfuerzo intelectual. Para atemperar tan extremado comercialismo, en 1961 la Federal Communications Comission, en el marco del reformismo kennedyano, tuvo que imponer a las emisoras la transmisión de unos tiempos mínimos dedicados a noticias y asuntos de interés público.