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Si el proletariado francés posee, por consecuencia, en el momento de una revolución en París, un poder y una influencia reales que lo incitan a llevar su asalto más allá de sus medios, en el resto de Francia está concentrado en algunos puntos diseminados donde la industria está centralizada y desaparece casi completamente entre el número superior de campesinos y pequeño burgueses. La lucha contra el Capital, en su forma moderna desarrollada, en su punto de erupción, la lucha del asalariado industrial contra el burgués industrial es, en Francia, un hecho parcial que, después de las jornadas de febrero, podía dar tanto menos el contenido nacional de la revolución que la lucha contra los modos de explotación inferiores del Capital, la lucha de los campesinos contra la usura de las hipotecas, del pequeño burgués contra el gran comerciante, el banquero y el fabricante, en una palabra, contra la bancarrota, estaba disimulada en el levantamiento general contra la aristocracia financiera en general. Así se explica fácilmente que el proletariado de París haya tratado de hacer triunfar su interés al lado del de la burguesía, el campesinado y la pequeña burguesía levantados de la sociedad misma, y que haya inclinado la bandera roja delante de la bandera tricolor.

Karl Marx, (1850), Las luchas de clases en Francia, Buenos Aires, Claridad, 2008, p. 65-66