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En las feroces discusiones sobre los derechos políticos, sociales y económicos entabladas entre las décadas de 1790 y 1830, clase se utilizó (...) con una simple distinción entre las clases productivas o útiles (...) y una clase privilegiada. Ésta es una descripción en términos franceses del pueblo contra un gobierno aristocrático, pero se adoptó ampliamente en términos ingleses, con un resultado en particular que corresponde a la situación política real del movimiento reformista entre las décadas de 1790 y 1830: tanto las clases medias autoconscientes como las personas muy diferentes que al final de ese período se describirían a sí mismas como clases trabajadoras adoptaron las caracterizaciones de clases útiles y productivas, para distinguirse y oponerse a los privilegiados o los ociosos. (...)
Hacia la década de 1840, entonces, clases medias y clases trabajadoras eran expresiones comunes. Clases medias fue la primera en hacerse singular; la otra lo es desde la década de 1840, pero en la actualidad aun alterna entre las formas singular y plural, a menudo con una significación ideológica: la singular es habitual en los usos socialistas y la plural más común en las descripciones conservadoras. (...) Así, la asociación entre trabajador y clase trabajadora era muy fuerte, pero habrá que señalarse que la definición incluye el contrato con un empleador lo mismo que el trabajo manual. Una ley de 1890 declaraba: "para la aplicación de las disposiciones de la sección 11 de la ley de vivienda para las clases trabajadoras, de 1885 [...] deberá considerarse que la expresión clases trabajadoras incluye a toda clase de personas que se ganan la subsistencia mediante jornales o salarios". Esto permitía distinguirlas de aquellos cuyos medios de vida provenían de honorarios (clase profesional), ganancias (clase comercial) o bienes (independientes). No obstante, y especialmente con el desarrollo de las ocupaciones oficinescas y de servicios, se suscitó una ambigüedad crítica con respecto a la posición de clase de quienes trabajan por un salario e incluso un jornal pero que, pese a ello, no realizaban un trabajo manual (...). También aquí, en un punto crítico, el efecto de los dos modelos de clase es manifiesto. La clase media, en la que habitualmente se alineaban quienes ganaban un salario, es la expresión de una posición social relativa y, por lo tanto, de distinción social. La clase trabajadora (...) es una expresión de relaciones económicas. Así, las dos expresiones modernas corrientes de clase se apoyan en modelos diferentes (...) Es absurdo concluir que sólo las clases trabajadoras trabajan, pero si quienes lo hacen fuera del trabajo "manual" se destriben en términos de posición social relativa (clase media) la confusión es inevitable. Un efecto colateral de esta dificultad fue una mayor elaboración de los derivados de clase (...). A partir de la década de 1860, la clase media comenzó a dividirse en un sector bajo y otro alto, y más adelante la clase trabajadora se dividiría en calificada, semicalificada y no calificada. Varios otros sistemas de clasificación sucedieron a éstos, en particular el grupo socieconómico, que debe verse como un intento de casar los dos modelos de clase y estatus.

Raymond Williams (1976), Palabras Clave. Un vocabulario de la cultura y la sociedad, Buenos Aires, Nueva Visión, 2003, pp. 65-67